lunes, abril 18, 2016

Crónica de la 2ª edición de ENDEI

Fui a Castellón el sábado 16 para participar en el II ENDEI (Encuentro Nacional de Editoriales Independientes). Evento del que os voy a narrar una crónica articulada tras introducir dos pequeñas puntualizaciones:

· las editoriales independientes eran editoriales medianas, pequeñas o minúsculas (una de ellas acaba de empezar este año editando la primera obra de su catálogo), algunas de las cuales me han resultado especialmente interesantes;

· yo quería ir a participar, pero una serie de desafortunadas casualidades me impidió inscribirme en el caramelito del evento: las sesiones de speed dating organizadas con las editoriales participantes.

Llegué a la ciudad a media mañana, justo después de que concluyese oficialmente el speed dating. Me encontré con Laura, amiga de NaNoWriMo, y estuve con ella y su profesora Vero charlando en una terraza sobre odiseas editoriales protagonizadas por la maestra. Nos despedimos de Vero y nos sumamos a una discreta muchedumbre que se cobijaba bajo un par de sombrillas cuadradas en la Plaza de la Pescadería para una charla sobre poesía ("Poesía, la edición en verso"), que pillé empezada. Allí me encontré con otras dos amigas de NaNoWriMo, Isa y Anxo. El tono de la charla fue bastante informal y distendido. No excesivamente revelador, cierto, pero me quedé con la misma sensación que en los coloquios posteriores, como luego contaré.

Pausa para la comida. Laura y yo, necesitados de un suministro calórico low-cost, optamos por El Rincón del Bocata, en el cual compartimos un par de platos vegetarianos muy apetitosos. Durante la comida hablamos largo y tendido sobre nuestra gran inquietud común: el contacto durante el speed dating con las editoriales (al menos por su parte, que sí que estuvo metida en el ajo).

Yo me lamenté profundamente de mi ausencia. Mi indiferencia respecto a la hora de llegada a Castellón venía motivada principalmente por un error mío: no me había enterado de que había que preinscribirse para el speed dating hasta que ya era demasiado tarde, momento en el cual deseché por completo mis opciones de participación. Laura aprovechó la ocasión para explicar que muchos autores se habían colado en los encuentros exprés, algo que yo me vi obligado a descartar porque realmente no me parecía la mejor carta de presentación para una toma de contacto con un posible, futuro editor, alguien a quien debo entrarle bien por los ojos. Por un instante sopesé la alternativa de hablar informalmente con algún editor durante las charlas de la tarde. No me parecía una idea tan descabellada...

Los eventos programados después de comer empezaron con polémica. La mesa redonda "El esplendor del cuento" fue inaugurada por un beligerante epitafio cortesía de uno de los editores participantes: "yo no entiendo de dónde sale ese esplendor del cuento, si el cuento no vende una mierda". Si bien el tono del órdago arrancó alguna risita complicente, el objetivo y efecto no fue tanto el de romper el hielo como el de lograr que este personaje se sintiera en su salsa... tras lo cual se envalentonó, ofreciendo a la parroquia una serie de sentencias a cual más categórica: una valoración totalmente destructiva sobre el género del microrrelato ("gente que escribe unos chistes") consiguió que tanto Isa como Anxo se levantaran de la silla para explorar otras zonas más hospitalarias de Argot, la librería donde tenía lugar el encuentro. Apenas 20 minutos después de empezar, sus intervenciones habían logrado incluso arrancar un "no" unánime del público; acto seguido, el editor se excusó y tuvo que dejar las brasas candentes, a tiempo para eludir un último soplo de fuelle que habría hecho arder la librería.

Por desgracia, en mi opinión, esta marcha provocó una ruptura total del transcurso de la mesa redonda, que se reconvirtió en un Q&A improvisado con uno de los otros editores, más moderado, tocando muy tangencialmente el tema titular (sólo se quedó él, el tercer editor también tuvo que marcharse; creo que ambas ausencias venían motivadas por cuestiones de transporte). No sé muy bien por qué pero me esforcé con un par de preguntas para reconducir la charla, aunque en vano, así que me limité a escuchar y captar cuanto pudiese sacar de utilidad en medio del batiburrillo. Las cosas como son: rápidamente tuve la sensación de ser la única persona interesada en seguir hablando sobre cuentos, mientras que la indignación provocada por el primer editor había quitado a todo el mundo el tema central de la cabeza... y nadar a contracorriente se volvió absurdo. Y, puesto que tampoco era un tema que me tuviese despierto por las noches, no tuve que lamentar una gran pérdida (eso sí, tomé notas de autores de cuentos para consultar).

Poco después hubo una breve sesión de presentación de editoriales: 15 minutos para que cada una introdujese su línea editorial y comentase algunos de sus logros, novedades y objetivos. Alpha Decay y Ya lo dijo Casimiro Parker me parecieron muy interesantes por su carácter extraordinario, rompedor en sus propuestas e intenciones. Versátil, si bien era más convencional, eligió muy bien a su representante: un hombre gigante con una voz gravísima (me dio mucha envidia su potencia vocal... no necesitaba micrófono, una cosa fantástica) con mucho carisma y un discurso muy casual pero conciso. Les hice algunas preguntas, la última de las cuales provocó un efecto totalmente indeseado: desencadenó el tercer evento programado, una mesa redonda titulada "El libro en papel frente al libro electrónico".

Esta mesa redonda, mucho más intensa, empezó como respuesta a mi pregunta sobre las preferencias de cada editorial respecto a la edición digital, porque sinceramente tenía muchísimo interés en saber cómo gestionaban la publicación de obras en ese formato ("si en un futuro puedo tratar con ellas, necesito saber cómo lo hacen"). Evidentemente, no todas las editoriales funcionaban igual y ni siquiera había consenso en cuanto a dónde residía la utilidad del soporte digital para todos. Por ejemplo, la editora de Alpha Decay comentó que sólo habían valorado hasta el momento la edición digital porque tenían bastante demanda de sus publicaciones en Latinoamérica, pero distribuir allí en papel salía carísimo; sin embargo, fuera de ese motivo, muchas de sus obras ni siquiera se podrían trasladar al formato ebook (su best-seller, "La casa de hojas" de Mark Danielewski, es un libro que tiene fragmentos en Braille, en Morse, invertidos para leerlos con un espejo, maquetación imposible...). Por otro lado, la editorial Tolstoievski (mi flechazo particular de este evento, la editorial recién empezada) sí estaba abierta a trabajar desde la base con ese formato como una alternativa más que no tiene por qué pisar al papel.

Estas preguntas se convirtieron en el inicio de la mesa redonda, una charla muy interesante con perspectivas diferentes por partes de los invitados aunque todas bastante conciliadoras. Si bien no había fuertes detractores de ninguno de los dos formatos, sí se podían ver posturas opuestas muy coherentes que aportaron mucha profundidad al debate.

Llegados a este punto, aunque en esta mesa quizás fue donde menos tuve esa impresión, cabe destacar que los editores son figuras muy curiosas en general (entiéndase el calificativo en el mejor sentido posible). Por un lado está el rasgo más característico: hablan del mundo de los libros desde dentro y tienen una visión muy específica de cómo funcionan las cosas, relacionada directamente con lo que ellos tratan a diario en su trabajo. La mayoría se sienten muy cómodos hablando en las mesas de datos sobre su producción editorial que yo no me esperaba oír con tanta transparencia, como tamaño de las tiradas de sus ediciones, precios e incluso algún dato de costes... También reflexiones personales sobre motivos detrás de alguno de sus libros en catálogo ("a veces editas una obra porque, aunque sabes que no va a vender nada o casi nada, piensas que se lo merece más que muchos de tus best-sellers") que me parecieron muy humanas y reveladoras.

Por otro lado, me parece muy destacable que los editores de géneros específicos miman mucho al perfil de sus lectores. Da igual que escuchases a Pre-Textos hablando de poesía o a Zorro Rojo hablando de cuentos: para todos, el lector  de su género es "un tipo de lector especial, más delicado, que sabe lo que busca". Siempre, por supuesto, en comparación con los lectores de novela, aunque en cierto modo no es de extrañar: todos los géneros de menor volumen de ventas en comparación con la novela, que es el mayoritario, pueden encajar en dicha descripción sin tener que pillarte mucho los dedos. Ahora bien, era como mínimo simpático oír a editores distintos decir lo mismo sobre sus respectivos públicos en eventos diferentes.

En resumen, pensando en los distintos eventos desarrollados durante la jornada, creo que hubo un gran defecto que se hizo patente en todas las actividades: hacía falta un MODERADOR. En más de una ocasión tuve la sensación de que los organizadores del evento habían soltado a los editores como pollos descabezados en las mesas redondas, sin darles una pauta sobre el tema a tratar más allá del título. Quizás lo más productivo habría sido estructurar las mesas redondas en torno a una batería de preguntas o una serie de temas que barrer para evitar los momentos de duda de los participantes respecto a por dónde tirar o si es que quedaba algo más que añadir. Las rondas de preguntas también fueron muy escuetas en general y no se puede culpar a nadie: convertidos todos los coloquios en una especie de divagación intermitente, aunque los datos interesantes no faltaban, no se lograba crear una corriente que fluyese de principio a fin en todo momento. Aun así, la buena intención de la mayoría de participantes permitió arrojar como mínimo un par de destellos sobre la figura, hasta entonces anónima y sombría, que yo conocía de los editores.

Finalizada la mesa redonda, concluyeron los eventos de la tarde y, para un servidor, la participación en ENDEI. Cogí el tren de cercanías y volví de noche a Valencia, redactando estas líneas en un pequeño cuaderno de bambú que estrené en el viaje.

Y así llegamos a la situación actual, dos días después de la visita a Castellón. Anoche, motivado por el reciente descubrimiento de la aplicación Writeometer gracias a Isa (con la que viajé de regreso a Valencia), continué con el algo abandonado reto de CampNaNo. Este año he pasado el escalón de la inscripción y he conseguido progresar en la escritura, superando las 500 palabras del modesto reto de 5000 que me había propuesto alcanzar.

Saco el tema a colación porque el tema de mi proyecto no es otro que la revisión de mi segundo libro, el cual está actualmente en fase de revisión y finalización del borrador parcial. Pensándolo bien, ¿quizás era un poco pronto para hablar con los editores? Quiero pensar que no porque el plan que yo tenía en mente era bastante claro: conseguir el interés de una editorial para que, apoyado en su experiencia, pudiese trabajar mano a mano con ellos en acabar mi manuscrito. Lástima que esta cuestión, sobre la cual reflexioné de regreso a Valencia, no me viniera a la mente durante la ronda de preguntas de las presentaciones de editoriales: entonces habría averiguado si lo que yo pretendía conseguir estaba dentro de la actividad editorial que ofrecían en ENDEI... o si estaba mirando en la dirección equivocada.

En cualquier caso, y sin ser un hito en mi vida que haya transformado mis esquemas de la realidad, la experiencia en ENDEI ha sido constructiva y motivadora. Recomiendo la participación de todos los lectores interesados en sus futuras ediciones, a las cuales no descarto en absoluto asistir.

Gracias a los organizadores y asistentes y, por supuesto, gracias a las personas con las que compartí el día.


Espero que esta lectura os haya resultado interesante. Como ya comenté anteriormente, estaré encantado de responder a cualquier duda o cuestión que queráis plantearme a través de los comentarios.

Un saludo a todos.