miércoles, diciembre 12, 2007

Un poco de trabajo...


Hola a todos!

Bueno, este mes está siendo increíblemente tenso. ¡ESTOY A 2 MESES DEL SELECTIVO ALEMÁN! Se va notando, cada vez más: los exámenes son cada vez más largos y más difíciles (la semana pasada hice uno de alemán de 6 clases, es decir, 5 horas de reloj), estamos constantemente haciendo selectivos de años anteriores en clase para practicar... Tengo que ponerme a estudiar ya mismo, de modo que ahora estudio casi todos los días varias horas con un amigo (los dos preparamos cada uno sus exámenes).

Aun así, sigo teniendo tiempo para todo: voy adelante con la corrección de "Café para dos" y escribo partes de "Historias de un hombre" y otras relatos. Vamos, que me las apaño bien.

Un saludo a todos!

martes, diciembre 04, 2007

Historias de un hombre (VI)

Él se queda perplejo. Ha sido una decisión muy rápida… Tal vez no hay otras ofertas para solicitar el puesto, o tal vez le ha caído bien, o algo por el estilo. Lo cierto es que no se lo cuestiona demasiado: el sitio está en buenas condiciones, aseado y limpio, todo lo estético que puede ser una ferretería… Una satisfacción como pocas veces ha sentido desde hace tiempo le invade, pero no lo exterioriza más que con una disimulada sonrisa y un gesto de asentimiento con la cabeza.

-Muchas gracias.

-No hay de qué, joven. ¿Podrías hacerme un favor?

-Sí, por supuesto, dígame qué quiere.

-Dos cosas: en primer lugar, quédate en la barra un momento, que voy a pasar al almacén y a lo mejor tardo un rato; no te preocupes, no te estoy pidiendo que empieces ahora mismo, puedes empezar mañana por la mañana. A las ocho aquí, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

-Bien… ¡Ah! Y, en segundo lugar… llámame Sam.

Él mira a Sam mientras se dirige al almacén, deja su copia del currículum en una esquina del mostrador cerca de la caja registradora y se coloca detrás del mueble al espera de un cliente. Mientras tanto, se dedica a observar con detenimiento la distribución de la tienda: todo está impecable, algo que en una ferretería es algo difícil.

Es entonces cuando se percata de que acaba de entrar un cliente en la tienda: puesto que ha dejado la puerta abierta al entrar en la ferretería, la campanita no ha tintineado.

El cliente le sorprende: entra en la tienda, saluda brevemente, mira sin mucho detenimiento las herramientas expuestas detrás del mostrador y dice que quiere comprar un taladro atornillador sin cable. Señala una caja de una marca de herramientas conocida que está en uno de los estantes superiores del escaparate y dice que es igual que el que tenía antes y que le gusta mucho, pero que el que tiene se le ha roto y necesita uno nuevo. Paga los 80$ que cuesta en efectivo y, mientras está cogiendo la caja y el cambio, Sam vuelve del almacén y se queda algo impresionado. Saluda al cliente con una sonrisa y un asentimiento de cabeza y, cuando el primero sale del establecimiento, le dice a él:

-Vaya, para el poco tiempo que te he tenido vigilando el mostrador ha salido muy rentable- y, acto seguido, se ríe con su risa confortable-. Bueno, haremos una cosa: quédate el dinero de la venta.

-¿Perdona?

-Sí, joven, has oído bien… Vamos, coge el dinero; digamos que es un pago por hacer minutos extra- y vuelve a reírse mientras abre la caja registradora, saca el dinero y se lo pone a él en la mano-. No acepto un “no” por respuesta, así que cógelo y vuelve mañana a primera hora para ayudarme a apañarlo todo, ¿de acuerdo?

Él mira a Sam perplejo; parece mentira que aún haya gente tan bondadosa en el mundo.

-¿Y por qué quieres que me quede este dinero?

-Bueno, no sé… Viéndote, he pensado que te vendrían bien… Seguro que tienes por ahí una chica a la que invitar a algo.

Él agradece la paga y se despide hasta el día siguiente. Al salir por la puerta de la ferretería, piensa si sólo ha sido casualidad el hecho de que Sam haya acertado.

Continuará...